domingo, 5 de octubre de 2008

¿Quién alteró la fotografía?




En primer lugar, una debilidad mediática que debe ser asumida en términos autocríticos por todos los periodistas y manejadores de medios.


No hay justificación para el hecho de que la noticia se abandone a su suerte, como si se pretendiese que los acontecimientos sujetaran su desarrollo al horario de la cobertura laboral de los medios de comunicación.


No pretendo que nadie amanezca en las redacciones de los medios o en las cabinas de las estaciones de radio y televisión, esperando lo que se presente. Hay momentos, sin embargo, en los que deben adoptarse previsiones especiales, sobre todo si estamos ante lo anunciado Waldo Ariel Suero, el presidente del Colegio Médico Dominicano, advirtió que había planes para desalojar por la fuerza a los médicos que se declararon en huelga de hambre en el segundo piso del edificio de la secretaría de Estado de Salud Pública, y que tal acción se perpetraría en horas de la madrugada. Denunció que pudieran efectuarse acciones caóticas en esas instalaciones para supuestamente responsabilizar a los médicos. El asunto ameritaba seguimiento.


Pero la Policía y los que manejaron el desenlace sabían muy bien que ninguno de los tantos canales de información de los que dispone el ciudadano dominicano permanecería alerta para presenciar lo que pudiera haber pasado en la madrugada, y esperaron que el periodismo se hundiera en la profundidad del sueño para ejecutar su operativo.


Y a falta de la cobertura periodística, se trabajó de la manera más burlona, una cobertura policial.
Faltaba un detalle y lo completaron. Necesitaban darle credibilidad a la versión que ofrecieran, por lo que se requiere que un líder mediático de insospechable imparcialidad, pueda testificar la presenciación de los hechos, y entonces marcan el móvil de Radhamés Gómez Pepín, alrededor de las 2: 45 de la madrugada, que accedió, como siempre lo ha hecho, a levantarse de su cama y servir como un ente de equilibrio y garante del respeto a las libertades públicas.


Pero a don Radhamés se le busca cuando ya se ha rodado una parte del rollo: los médicos habían sido desalojados de Salud Pública y llevados al cuartel policial de Naco, donde se los mostraron al director de El Nacional.


El los observó en un Estado que no reflejaba maltrato y fue testigo de que se resistieron a que médicos policías los examinaran para comprobar si habían sido golpeados. Luego también observó cuando fueron dejados en las instalaciones del Colegio Médico Dominicano.


Sobre la parte no vista por Radhamés, se prometió a todos los medios de comunicación que se mostrarían videos y fotografías, y así se hizo, sólo que con un grado de manipulación que no guardó consideración ni siquiera con el comunicador que buscaron para hacerse creíbles, quien al percatarse de que se le hizo publicar una fotografía que había sido alterada, hizo consignar el engaño en el pie de foto que acompañó la publicación de la gráfica original. La diferencia entre la manipulada y la original es que en la primera el presidente del Colegio Médico aparece con sus manos juntas como si estuviese orando, cuando la de verdad demuestra que lo que estaba era esposado.


No hay que hacerse ilusiones con la posibilidad de que se produzca algún desagravio en un país donde se puede mentir desde una función pública con el mayor descaro, se comprueba el engaño y nada pasa.


Cuando el interno Luis Álvarez Renta fue llevado a la Clínica de Corazones Unidos, por una afección gástrica, revelé en primicia en “el Gobierno de la Mañana”, que de lo que se trataba era de dificultades con un balón gástrico que le habían instalado en un hospital de los Estados Unidos, y se debatía si era factible que se lo quitaran en el país o en el lugar donde se lo colocaron. Eso generó una gran discusión a la que se integraron los realizadores de “La Receta Médica de la Z”, que quiso ser apagada por la directora médica de la Dirección de Prisiones, que aseguró mi versión era totalmente especulativa y que Álvarez Renta no había tenido ningún problema de esa naturaleza. Pocos días después hubo que volver a recluir al interno en un centro médico, nada más y nada menos, que para hacerle lo que dijimos que había que hacerle: extraerle el balón gástrico, con lo que se comprobó de donde provenía la mentira. ¿Qué pasó después de ese papelazo? Absolutamente nada.


El jefe de la Policía dice que supuestamente va a investigar quien fue que manipuló la fotografía que se distribuyó a los medios para establecer las sanciones correspondientes. Mejor es que no haga nada porque de seguro que aparecerá responsabilizado un raso, un cabo o un sargento, cuando la intención manipuladora quedó claramente manifiesta al montar el operativo en el momento en que no pudiera haber cobertura periodística.


El objetivo era ridiculizar al doctor Waldo Ariel Suero y proyectarlo como un mentiroso que dijo que fue golpeado y que le colocaron grilletes, mostrando imágenes que les desmentían, pero el tiro ha resultado totalmente errático.
Por Julio Martinez Pozo.

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