sábado, 11 de octubre de 2008

Para ser Canonizado hacen falta dos milagros en épocas diferentes




CIUDAD del VATICANO, (EFE).- El camino hacia la santidad tiene tres escalones: venerable siervo de Dios, beato y santo y para ser canonizado hace falta que la Iglesia reconozca oficialmente dos milagros, de épocas diferentes, por intercesión de esa persona.
Para abrir un proceso de canonización es necesaria que se de en esa persona fallecida la "fama de santidad". La normativa vaticana exige que sólo se puede abrir el proceso a partir del quinto año de la muerte de esa persona, aunque el Papa tiene la prerrogativa de saltarse esa norma, como ya hizo Juan Pablo II con la beata Madre Teresa de Calcuta y Benedicto XVI con el mismo Juan Pablo II, que ordenaron la apertura de los procesos antes de que se cumplieran esos cinco años.
El proceso se abre en la diócesis donde vivió o murió esa persona y una vez concluida la fase diocesana, en la que se recogerá toda la información sobre la vida del que se pretende canonizar y declaraciones sobre su vida, y se certifica que todo ha sido regular, la causa pasa al Vaticano, donde se le declarará "Venerable Siervo de Dios".
En la fase vaticana, toda la información sobre la vida y obra de esa persona será examinada por un grupo de expertos -teólogo, historiadores, médicos, entre otros- que tendrán que aprobarla antes de que la Congregación para la Causa de los Santos de el visto bueno.
Esa etapa puede durar un número indeterminados de años. Venerable siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.
Para que un venerable sea beatificado, es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y, para que sea canonizado (santo), es preciso un segundo milagro que debe ocurrir después de ser proclamado beato.
En el caso de martirio, de aquellos que murieron por no renunciar a la fe católica, no es necesario milagro para ser beatificados, pero sí es obligatorio para la canonización.
Para la Iglesia Católica, es mártir quien da la vida por Cristo, quien es testimonio de fe, y no se considera como tal a quien la haya dado por un ideal, aunque sea noble.

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