WASHINGTON.- El candidato republicano a la Casa Blanca, John McCain, tuvo dificultades para ocultar su frustración y malhumor el miércoles al intentar en vano hacer tropezar a su adversario demócrata, Barack Obama, en el último debate con vistas a las elecciones del 4 de noviembre.
Constantemente a la ofensiva, acusando a Obama de "no decir la verdad" a los estadounidenses, el senador por Arizona no logró desestabilizar a su adversario, sereno bajo los ataques.
Al cabo de los 90 minutos del debate en la Universidad Hofstra de Hempstead, en la periferia de Nueva York, el veredicto de la audiencia televisiva fue inapelable: según la cadena CNN, 58% de los que siguieron la transmisión sostuvieron que Obama salió vencedor contra 31% que designaron a McCain.
Otro sondeo de la cadena CBS entre votantes indecisos daba también una clara ventaja al senador por Illinois (53% contra 22%).
Sin embargo, los principales comentaristas televisivos afirmaron que McCain brindó sin duda su mejor desempeño frente a Obama, en comparación con los dos debates televisivos previos.
El senador por Arizona lanzó una frase para el recuerdo: "Senador Obama, no soy el presidente (George W.) Bush. Si usted quería presentarse contra el presidente Bush, debió haber hecho campaña hace cuatro años".
Pero a medida que pasaban los minutos, la belicosidad del republicano pareció transformarse en exasperación. Incapaz de controlar sus emociones, McCain no ocultaba su deseo de pelear, con sus manos siempre en movimiento y sus ojos parpadeantes. Cada tanto asomaba una sonrisa crispada.
Según Kathleen Kendall, profesora en la Universidad de Maryland y experta en comunicación política, uno de los candidatos exhibió una actitud presidencial y el otro no. "Al observar el debate, se tenía la impresión de que Obama era el candidato que iba a ganar", sostuvo Kendall.
Antes del debate, todos los expertos afirmaban que este cara a cara sería la última oportunidad para McCain de contener la dinámica de su rival, salvo que sucediera una grave crisis internacional, un acto terrorista o un error fatal de su adversario.
Cuando faltan menos de 20 días para las elecciones presidenciales del 4 de noviembre, Obama tiene una ventaja de 9 a 14 puntos en las intenciones de voto según diferentes firmas encuestadoras.
"No creo que McCain esté muy satisfecho de sí mismo esta noche porque pasó demasiado tiempo lanzando ataques sobre temas que no preocupan a la gente", dijo Jennifer Granholm, gobernadora demócrata del Estado clave de Michigan.
Granholm hacía referencia a los ataques de McCain sobre lo supuestos vínculos de Obama con William Ayers, un ex militante de extrema izquierda de los años sesenta a quien los republicanos presentan como un "terrorista".
Mientras las plazas financieras se siguen desplomando, la situación económica es la preocupación principal del los estadounidenses y McCain perdió puntos al mencionar un viejo asunto de cuarenta años de antigüedad.
McCain "parecía francamente desesperado, daba la impresión de estar malhumorado y, honestamente, no tenía un aspecto presidencial", dijo Granholm.
Sin embargo, al cabo del debate, algunos responsables republicanos aún querían que McCain mantuviera la misma línea de ataque.
"Todavía hay muchas preguntas sobre los vínculos de Obama y Ayers", dijo Mike Duncan, presidente del Partido Republicano. Las elecciones presidenciales se decidirán en base a "la confianza".
"Si el senador McCain quiere dedicar los próximos veinte días a ataques personales, le deseo buena suerte", dijo entre sonrisas Robert Gibbs, director de comunicaciones de Obama. "En cuanto a nosotros, seguiremos hablando de los asuntos que tienen importancia".
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