GINEBRA, (EFE).- La crisis financiera que golpea los mercados, pero también al ciudadano de a pie por su impacto en el empleo y el consumo, entre otros, repercutirá en la salud mental de las poblaciones y provocará un aumento de casos de estrés, depresión y desórdenes mentales.
Así lo señaló hoy la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, al lanzar un programa internacional que busca mejorar el acceso a los tratamientos de enfermedades mentales, neurológicas y aquellas provocadas por el consumo de drogas y alcohol.
"La pobreza y el estrés que la acompaña a causa del desempleo, la violencia, la exclusión social y la inseguridad constante están muy relacionadas con el origen de los desórdenes mentales", declaró Chan en la presentación del programa, que coincidió con el Día Mundial de la Salud Mental.
Según los datos del organismo de la ONU, la depresión es uno de los principales motivos de discapacidad en el mundo, el consumo excesivo de alcohol causa la muerte de dos millones de personas cada año y cada 40 segundos una persona se quita la vida en el mundo, lo que representa un millón de suicidios anuales.
Chan sostuvo que la solución a estas situaciones no es -como se hacía antes- encerrar al afectado en una institución psiquiátrica, lo que, además de dejar sin resolver el origen de la dolencia, resulta costoso y puede exponer al enfermo a abusos.
La evidencia recogida por la comunidad médica es que la atención médica primaria para tratar los transtornos mentales es, de lejos, mucho más efectiva, humana y barata, agregó.
El director del área de Salud Mental de la OMS, Benedetto Saraseno, recalcó que la prevalencia de las enfermedades mentales es mucho más alta de lo que se cree y, como ejemplo, mencionó que una de cada cuatro personas en el mundo estará afectada por un dolencia de este tipo en algún momento de su vida.
De hecho, los transtornos neuropsiquiátricos -que también incluyen la esquizofrenia, la demencia y la epilepsia- son el 30 por ciento de todas las enfermedades no transmisibles.
A ese respecto, Chan precisó también que "el 75 por ciento de esos desórdenes se presentan en países de ingresos bajos y medios".
En el lanzamiento del programa participaron representantes de países como Ruanda, donde el genocidio de 1994 dejó graves secuelas en la salud mental de la población, y de Sri Lanka, donde un conflicto interno que ya dura treinta años también ha tenido un impacto similar en la población.
Para ilustrar todo lo que queda por hacer en este ámbito, Saraseno aludió a un reciente estudio de la OMS en 14 países que evidenció que entre el 76 y 85 por ciento de los casos graves no recibieron un tratamiento en el año anterior en naciones de ingresos medios.
Pero aún más chocante fue -agregó- descubrir que "en países de ingresos altos entre el 35 y el 50 por ciento de los casos tampoco recibieron ningún tratamiento" en los doce meses previos.
Un problema mayor que ha constatado la OMS es que la mayoría de países dedican menos del dos por ciento de su presupuesto sanitario a la salud mental, lo que carece de sentido en términos económicos ya ese tipo de enfermedades tienen un alto coste no sólo para las familias, sino para las economías.
"Tomar acciones al respecto tiene sentido económico. Estos desórdenes interfieren de manera sustancial con la capacidad de los niños para aprender y de los adultos para funcionar en familia, en sus trabajos y en la sociedad en general", subrayó la directora general de la organización sanitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario