SANTIAGO DE CHILE.- La pobreza disminuyó considerablemente en América Latina y el Caribe entre 2002 y 2007, pero el año pasado aún afectaba a 184 millones de personas (34,1 por ciento de la población), según un informe difundido hoy en Santiago por la CEPAL.
Esa cifra supone 9,9 puntos menos (37 millones) que el 44,0 por ciento de pobres (221 millones) que había en la región en 2002, de acuerdo con el Panorama Social 2008 presentado ayer en la capital chilena por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Los menores niveles de pobreza en la región se sitúan en Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay, donde existen tasas inferiores al 22%, mientras que en Brasil, México, Panamá y Venezuela se mantienen por debajo del 32 por ciento.
Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú y República Dominicana tienen tasas entre el 38 y el 48 por ciento, en tanto que los porcentajes más altos, por encima del 50%, se registran en Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay.
Por otra parte, el gasto público aumentó de forma generalizada entre 1990 y 2007, lo que mejoró el nivel de bienestar de los más pobres y contribuyó a la reducción de la desigualdad en todos los países, con la excepción de Guatemala, Honduras y República Dominicana.
En tanto, la indigencia o pobreza extrema pasó de un 19,4 por ciento en 2002 (97 millones de personas) a un 12,6 por ciento (68 millones), según las cifras del documento presentado por la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
No obstante, estos avances se han frenado entre 2007 y 2008, año en que se estima que la pobreza disminuirá casi un punto, hasta el 33,2% (182 millones de personas), mientras que la indigencia aumentará levemente hasta el 12,9% (71 millones).
Para 2009, la CEPAL prevé que por efecto de la actual crisis internacional el empleo se estanque, lo que se traducirá en un aumento moderado de los pobres e indigentes, cuya situación se podría mitigar gracias a la actual contención de los precios de los alimentos.
Por el momento, la región se mantiene 10,1 puntos por encima del Objetivo del Milenio de reducción de la pobreza, fijado en el 24 por ciento, y 1,3 puntos por encima de la meta de disminución de la indigencia, establecida por las Naciones Unidas en el 11,3% para 2015.
La reducción de la pobreza en los últimos años tuvo especial incidencia en Argentina, al pasar del 45% en 2002 al 21% en 2006, a pesar de que esa cifra es similar a la registrada en 1990, por lo que ese país "está prácticamente igual" que hace 18 años, según Bárcena.
Colombia, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela registraron descensos en la pobreza de al menos 1,5% anual entre 2002 y 2007, mientras que sólo en Uruguay aumentó la pobreza y la indigencia, y en República Dominicana se incrementó esta última.
Según la CEPAL, esta disminución se debe tanto al crecimiento económico de la región, cuyo Producto Interior Bruto aumentó un 5,7% el año pasado, como a la mejora en la distribución del ingreso, responsable de entre el 60 y el 70% de la caída de la pobreza entre 2002 y 2007.
No obstante, la CEPAL considera que el gasto social continúa siendo "altamente procíclico" y apuesta por emplearlo de manera "anticíclica", así como a incrementar la carga tributaria, que en la región solo alcanza el 18,2% frente al 39,8% de la Unión Europea.
En tanto, las cifras proyectadas para 2008 reflejan el impacto del aumento de los precios de los alimentos y las materias primas desde el pasado año, lo que habría impedido que este año 11 millones de personas salieran de la pobreza y otros 11 millones, de la indigencia.
Además, la CEPAL prevé que la crisis mundial se refleje en una menor demanda de bienes de exportación y una reducción de la inversión en el sector productivo, junto con una disminución de las remesas de los emigrantes y limitaciones de los países emergentes en los mercados financieros.
En ese contexto, el organismo de las Naciones Unidas augura que el empleo se estancará durante 2009 y que los salarios reales se mantendrán sin variaciones o con leves bajadas, lo que conducirá a un deterioro del ingreso de los hogares, en especial en los trabajadores por cuenta propia y los asalariados informales.
Asimismo, considera "altamente probable" que el desempleo aumente, especialmente entre las mujeres y los jóvenes, y anima a los países a invertir más en la educación de los niños en un periodo en que la población infantil se reduce en términos relativos y absolutos.
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