sábado, 24 de enero de 2009

Explicación



En ese alarmante 30 por ciento de desempleo en la población juvenil de que ha dado cuenta la Secretaría de Trabajo puede estar una parte importante de la respuesta al creciente número de adolescentes atrapados por la criminalidad y la delincuencia que tiene en vilo en la ciudadanía.
El drama, de por sí pavoroso, resulta todavía más preocupante si al elevado porcentaje de jóvenes desempleados se agrega la crisis de expectativas, que entre otros efectos negativos lleva a miles de estudiantes de todos los niveles a abandonar las escuelas.
Es probable que las estadísticas que sitúan el índice de desempleo entre un 16 y un 18 por ciento sea todavía conservador. Pero de momento lo que está en juego no es la veracidad del porcentaje, sino la gran cantidad de jóvenes fuera del mercado de trabajo.
Los más afectados, como se desprende de la propuesta que anunció el titular de Trabajo para crear 100 mil empleos transitorios, son los residentes en barriadas populares y en pueblos. Esos sectores se han convertido, precisamente, en los principales exportadores de la criminalidad y la delincuencia callejera que se esparce por todos los confines del territorio, además de registrar los índices más elevados de deserción escolar.
Con la crisis internacional y las dificultades que han llevado a muchas empresas a reducir personal o cerrar sus operaciones las expectativas de los jóvenes se reduce aún más, en tanto se incrementa la seguridad. Tan lógica es la ecuación como la alarma de que sólo en 2008 unos 178 mil estudiantes desertaran oficialmente de las escuelas.
Si a la luz de la realidad el panorama es perturbador, la relación de los indicadores sobre desempleo en la juventud, deserción escolar y delincuencia callejera son para movilizar específicamente a las autoridades.
A través del clientelismo el empleo político ha sido una opción, pero el Gobierno no está en capacidad de dar un cheque a todo el que lo necesite. La respuesta al drama del desempleo tendrá que buscarse por las vías de estimular la inversión, sobre todo del sector privado.
Países como los de Centroamérica, que tienen las mismas condiciones económicas y sociales y compiten con República Dominicana en los mercados internacionales, tienen, gracias a las facilidades al aparato productivo, índices de desempleo muy inferiores a los que según la Secretaría de Trabajo afectan a esta nación.
Por la falta de trabajo y su bajo índice educativo un joven no debería ser visto con recelo, como un potencial criminal o delincuente. Pero lo cierto es que la gente en la calle se cuida, sin conocerlos, de esos muchachos, porque son los protagonistas no sólo de la ratería, sino de crímenes horrendos.
En las estadísticas sobre el desempleo de los jóvenes y la deserción escolar, en adición a factores como la desesperanza, puede estar la explicación de los frecuentes crímenes, atracos y otros hechos sangrientos que atormentan a la población.
Editorial: El Nacional, de fecha 24-01-09

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