domingo, 28 de septiembre de 2008

Valores deben impulsar cambios en la Policía




Unas de las lecciones que significativamente me marcó y que aprendí durante mis estudios y estancia en el Reino de España, fue la importancia de “Los valores”.
En ese tiempo, tuve la oportunidad de ver cómo toda una nación de hombres y mujeres de todos los estratos sociales -y más que nadie las instituciones responsables de velar por la seguridad interior y sus fronteras (policía nacional, guardia civil y fuerzas armadas) -, asumieron los valores como un compromiso de todos y algo superior a ellos mismos, para luego cumplirlos cabalmente al momento de formar parte de un conjunto de naciones como es la Unión europea.
Se puede decir que la Policía Nacional tiene claro cuáles son los valores de la sociedad a la cual le sirve y los de cada uno de sus miembros, al igual que los mismos valores que como institución sustentan el fortalecimiento de la ley. Por último, y no menos importante, ¿tendrá el actual Jefe de la Policía Nacional y toda su estructura de mando los valores que deben tener? Mi respuesta es no. Ni por asomo.
Qué son los valores? Sobre esta pregunta se ha escrito y polemizado hasta el infinito, pero creo que una repuesta sería, desde un punto de vista socio-educativo, que son consideradas las pautas dirigidas al comportamiento humano cuando va hacia la transformación social y posterior realización de cada persona; en pocas palabras, son guías que ofrecen determinada orientación a la conducta y vida de cada individuo y grupo social.
La Academia de la Policía Nacional fue fundada el 13 de noviembre del 1968, y no es hasta el 26 de enero del 1972, - tres años y 2 meses después- que decide esta institución darle carácter a los valores que representa el tener en su organización oficiales académicos y profesionales.
En un período de 36 años transcurrido, con promedio de ingreso similar al del año 1972, de cincuenta jóvenes, esta academia ha parido treinta promociones haciendo un total de 1,500 oficiales académicos, de los cuales quinientos sobrepasan la edad de 30 años de servicio. Escuche bien querido lector: esta institución que se hace llamar Policía Nacional, en 36 años solamente ha tenido dos jefes paridos de su propia entraña académica. Uno es el mayor general Rafael del Socorro Payamps, (1986-1987) primera promoción (1972), y el otro, mayor general Jaime Marte Martínez, (2002-2004) tercera promoción (1974).
En las gestiones de gobierno del presidente Leonel Fernández 1996-2000 y 2004-2008 -ocho años de gobierno-, esta institución no ha tenido el privilegio de disfrutar los vientos de modernidad y valores. Ha tenido almirantes M de G ( 96-97), mayor general P.N no académico 97-99, mayor general E.N (99-02), mayor general P.N no académico 04-05, mayor general P.N no académico 05-07 y mayor general P.N no académico 07-actual.
El lector se preguntará, ¿Qué pasó en el período de gobierno 2000-2004? Ese gobierno había heredado un jefe de la policía nacional de formación académica militar. Sin darle vueltas a las cosas, el presidente Rafael Hipólito Mejía Domínguez sabía que necesitaba restablecer los valores después de 24 años de tener el primer jefe de policía académico propio. Se le devolvió el bastón de mando al cuerpo de oficiales académicos, que si tienen bien claro el profundo sentido de los valores con énfasis en la persona, se reconoce que ésto se realizó mediante un compromiso con la oficialidad académica dotado de una fuerte base ética. En la presentación de lo que sería el plan Marshall (european recovery program) el 12 de julio 1947 el general George C. Marshall término su discurso de este modo: “Los buenos líderes crean una visión. Articulan los valores y la poseen apasionadamente”.
Cree usted, jefe de la Policía Nacional, que tiene la pasión y valor para implementar la doctrina policial que se resume en: principios, fundamentos y normas? Se atreve a ordenar un proceso de evaluación y medición utilizando el modelo 360, muy utilizado en los RR. HH. ¿Donde todos se evalúan entre sí? Con este procedimiento, sus subalternos podrán evaluar y medir a sus superiores y viceversa; estoy seguro de que al país le gustaría conocer esos resultados. Igualmente, me gustaría compartir con usted lo que me imagino que serán los resultados, de seguro muy reveladores: un cinismo profundamente arraigado, una percepción de amplia falta de honradez, incompetencia para manejar las exigencias de los nuevos tipos de crimen y herramientas para combatirlos, excesivo favoritismo (lo ancho para unos y lo fino para…), y conducta egoísta en el mando policial. Con seguridad, no estoy lejos de la realidad.
Me gustaría ver qué piensan sus subalternos de usted y los más de 80 oficiales generales. Se atrevería a asumir el desagrado de los resultados como la base para atacar la pérdida de valores? Le garantizo que implementando valores éticos con un liderazgo fuerte, logrará devolverles los que son y siempre deben ser los valores medulares de la Policía Nacional: coraje, franqueza, el compromiso y las competencias para lograr objetivos, y no como está hoy, que solamente figura ésto en la literatura doctrinaria y reglamentos policiales (letra muerta).
En este sentido, se le permitiría a los oficiales académicos, con todo el apoyo del mando policial, compartir con sus subalternos sus valores académicos y personales en un ambiente laboral, para que ésto se convierta en una base de fundamentos morales para los oficiales no académicos, clases y alistados.
Si usted permite que los oficiales académicos lleven la dirección de implementar, evaluar y medir, le garantizo que no será una institución perfecta, pero no se pasará por alto la fragilidad humana; los valores compartidos serán los fundamentos de la institución, los policías podrán verse a sí mismos no sólo en su importancia y responsabilidad individual, sino también como parte de un todo mucho mayor. Son los valores compartidos que permitirán que los policías entreguen su vida por la profesión que han escogido.
Una falla constante en la jefatura de la policía, es que se tiende a ser demasiado reticente y tímida cuando tiene que destacar las virtudes que posee como institución del orden. Siempre se resaltan los temas de cosas “sustantivas” cuando las cifras de todo le parece porcentualmente bien. Mayor general jefe de la Policía Nacional, los ciudadanos de la República Dominicana que con mucho sacrificio le pagan a usted con los impuestos, quieren también oírlo hablar de ética, normativas, valores y principios. Esos son los temas reales que queremos; estamos cansados de oír intercambio…, agarramos…, investigamos…, y qué sé yo cuántos más. En la doctrina, ésos son sus deberes y responsabilidad. De éso no hay que hablar.
Por último, mayor general, para ser líder de una organización encargada de fortalecer la ley, tiene usted que crear un contexto de liderazgo, moral y ética para lograr sus objetivos. No importa lo que su institución hace o espera hacer, siempre ésta gira alrededor suyo, pues es usted el líder. Con ese don tendrá que descubrir, en cada uno de sus subalternos que tiene, un policía ideal a quien debe ayudar a surgir. Usted tiene que volver siempre a los valores, que es donde empieza el liderazgo; cuando le ponga énfasis a los valores, usted como líder está señalando lo que no cambiará y le estará dando un ancla a cada policía en esta marea de incertidumbre que es la Policía.
(El autor Pedro Julio Goico es coronel retirado y posee un doctorado en criminología forense y maestría estratégica de los Recursos Humanos).

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