Su Excelencia el Jefe del Estad Francisco Franco hace importantes declaraciones al Director de «La Vanguardia Española», Luis de Galinsoga.
Con fecha 1 de octubre de 1959, y con ocasión del ‘Día del Caudillo’, el rotativo barcelonés “La Vanguardia Española” publicó unas importantes manifestaciones de Su Excelencia el Jefe del Estado al entonces director del diario Luis de Galinsoga.
En esta fecha se cumplía el XXIII aniversario de la exaltación del Generalísimo Franco a la Jefatura del Estado.
«Las primicias en la técnica de los cohetes en su versión moderna son, sin discusión, obra de los científicos alemanes».
L de G. Mi general: en este aniversario de su elevación a la Jefatura del Estado y dados los sucesos importantes que han tenido lugar en estos días de colocación del “Lunik” en la Luna y de la visita de Kruschev a América, ¿quisiera darme su opinión autorizada sobre estos dos acontecimientos?
Franco. No se puede negar que los dos hechos persiguen un mismo fin propagandístico que puede engañar e influenciar a los espíritus menos avisados.
La llegada a la Luna del cohete ruso encierra evidentemente un alto valor científico, aunque en su mérito hay que discriminar lo que es realmente ruso de lo que no lo es y lo que en ello puede apuntarse el comunismo o suceder a pesar del comunismo.
Las primicias de la técnica de los cohetes es su versión moderna son, sin discusión, obra de los científicos alemanes. Sobre la experiencia de las “V” alemanas se levanta todo el progreso posterior.
En el saqueo que Rusia hizo de los países invadidos ocupó el primer puesto la captura de los científicos alemanes y de sus laboratorios, que fueron trasladados a Rusia, y que, según las estadísticas recientemente publicadas, más de la mitad de los apresados continúan trabajando en territorio ruso. El que con tales elementos técnicos y profesores haya podido lograrse el éxito del “Sputnik II”, si bien dice mucho a favor del aprovechamiento por Rusia, no permite, sin embargo, el otorgarle la gloria.
Los descubrimientos y conquistas científicos son hijos del ingenio y de la inteligencia humanos, cuyo mérito está en el Creador que los otorga; contribuye a ello en los tiempos modernos el trabajo en equipo y la organización de la ciencia, y en este aspecto es precisamente el comunismo el que durante más de treinta años ha venido ahogando el florecimiento de sus inteligencias con la persecución sistemática de los intelectuales, negándoles terminantemente la libertad de la inteligencia. Tuvieron que apercibirse en la última guerra los soviets de su gran atraso y ser sorprendidos con los acontecimientos de las “V” alemanas y de las explosiones nucleares de Hiroshima para convencerse de que sus fines imperialistas y de dominio universal peligrarían si no les acompañaba un avance científico. De aquí su apresuramiento en rectificar su obra anterior, apresar científicos, fomentar vocaciones y recuperar el atraso. Es la eficacia de un plan en un país en que todo está subordinado a un objetivo imperialista y de dominio universal.
Sería pueril negar el progreso en poderío que Rusia alcanzó en estos años, pero este avance se obtuvo de diez años a esta parte como consecuencia de los sucesos aludidos y de haberse saqueado media Europa, tras cuarenta años de esfuerzo y de haber pasado su pueblo por esclavitud, por hambres y miserias. Lo que de eficacia se presenta como consecuencia del comunismo no es del comunismo precisamente, sino los resultados naturales del mantenimiento del principio de autoridad, de la disciplina, del orden y de la racionalización.
Sus fracasos en otra clase de campos, como el agrícola, en las pequeñas manufacturas y bienes de consumo, al cabo de casi medio siglo, todavía están a la vista.
«Los dos caracteres más acusados del comunismo son el fanatismo y el imperialismo, y Kruschev se ha manifestado en los Estados Unidos como tal».
L de G. Y sobre la estancia de Kruschev en Norteamérica, ¿qué podría decirme, mi general?
Franco. Conocemos realmente poco las interioridades de la política rusa para poder concretar. Sin embargo, mirando desde el punto de vista de la tensión existente de Rusia con el Occidente, de los peligros que esa tensión encierra y de las gravísimas consecuencias de una guerra, que seguramente tendría como corolario la destrucción de la vida en amplísimos sectores del mundo, toda toma de contacto con el enemigo es siempre conveniente, si se aclaran posiciones y sabemos realizarlo sin menoscabo de nuestro espíritu y fortaleza. Y esto parece que se ha conseguido, pues el pueblo americano ha podido darse cuenta del estado de ánimo del que hoy es el más genuino representante de los soviets. Los dos caracteres más acusados del comunismo son el fanatismo y el imperialismo y Kruschev se manifestó como tal. Como fanático, esgrimió ante Occidente aquello de que puede alardear: “sputniks”, cohetes dirigidos, submarinos y bombas de hidrógeno. Hermosos argumentos imperialistas para defender una paz rusa.
L de G. Entonces ¿Cree Vuestra Excelencia que en los soviets no ha variado nada?
Franco. No. El que los fines de Rusia no hayan variado no quiere decir que no se observen cambios en su situación interna. La muerte de Stalin y la eliminación de Beria y Malenkov son hechos de gran trascendencia y que por sí mismos constituyen un suceso harto importante en la vida política de Rusia. El nombramiento de Kruschev y sus acusaciones públicas e inmediatas contra Stalin y el culto de la personalidad, lo destacan como principal protagonista del mando colectivo.
Ante el peligro de un segundo Stalin se unieron en Rusia las jerarquías del Ejército y del Partido para intentar destruir para el futuro la dictadura terrorista policíaca en que bajo el mando de Stalin había discurrido la política comunista. Kruschev no tiene ya el poder de Stalin; lo que él personalmente decide tiene ya menor importancia. Lo trascendente es lo que acuerda la Convención del Partido constituida por el Politburó. Kruschev es sólo el ejecutor de una política. Esto explica que cuando obra personalmente tenga muchas veces que rectificarse.
L de G. En su opinión, mi general, ¿es probable una posible evolución de Rusia?
Franco. Todo lo que se estanca y no evoluciona según las necesidades de los tiempos está llamado a sucumbir. El estancamiento en política suele ser fatal. Lo que ocurre en Rusia es que, en un pueblo que lleva cuarenta años esclavizado bajo una tiranía terrorista policíaca y que se mató el espíritu de libertad, la evolución forzosamente tiene que ser lenta si no viene de arriba. Los cambios a que Rusia se vio obligada, la creación de aristocracias, como la de los comisarios, generales, altos burócratas, sabios e investigadores y la destrucción o cuanto menos disminución del terror policíaco y los contactos con Occidente, evidentemente han de influir el futuro de Rusia, aunque, como digo, las características en que Rusia ha vivido hagan la evolución extraordinariamente lenta.
«La paz para el Occidente descansa en la libertad de sus pueblos, y la de Rusia en el aherrojamiento de doce naciones».
L de G. ¿No cree que a Rusia le interesa la paz tanto como al Occidente?
Franco. Evidentemente, pero la paz para el Occidente descansa en la libertad de sus pueblos, y la de Rusia, en el aherrojamiento de doce naciones. A Rusia le interesa la paz entre los poderosos y a Occidente la paz para todas las naciones.
Saben los soviets que la agravación de la tensión con Occidente podría, con un incidente de fronteras, en la mar o en el aire, arrastrarle a una destrucción mutua que acabaría para siempre con Rusia y con el comunismo. Y esto en ninguna forma les interesa. Su verdadero provecho lo encuentra en la guerra fría y utilizando sangre ajena, con el fomento de la subversión y de las diferencias entre las pequeñas naciones, minando con sus agentes la paz interna de los otros países, patrocinando la extensión de un comunismo subordinado para aherrojar cada día más pueblos. Y de esto es de lo que el Occidente se defiende peor.
En esto están las armas principales que el comunismo no abandona.
«La grandeza y el imperialismo chino empiezan a constituir una pesadilla para Rusia. Mientras Kruschev sonríe en los EE.UU., Mao Tse Tung ataca a Laos».
L de G. ¿Y no puede suceder que el retroceso que se observa del comunismo en Europa y las diferencias surgidas con otros países comunistas pueda influir e imprimir carácter a la nueva política de Rusia?
Franco. Desde luego, puede haber cambio de táctica, pero sin perder de vista sus fines. El fanatismo de los dirigentes rusos no les permite renunciar a su quimérico sueño de dominación universal. Hoy el problema más difícil que se presenta es el de la China de Mao Tse Tung. Lo acusa en parte el viaje de Kruschev, inmediatamente a su visita a Washington, para tranquilizarles. Las diferencias ideológicas que empiezan a surgir entre China y Rusia se acusan cada día más claramente. Mao Tse Tung se considera el segundo de Stalin y los ataques a su ídolo no los ha perdonado. El régimen de China es estaliniano y no acepta las modificaciones heterodoxas de Kruschev.
Mao cree que China necesita por muchos años el terror político. La creciente demografía china y su amplia frontera crea para Rusia el problema más grave. La grandeza y el imperialismo del pueblo chino empiezan a constituir una pesadilla. El recelo mutuo es hoy una realidad. Sus políticas aparecen a todas luces desconectadas; mientras Kruschev sonríe en los Estados Unidos, Mao ataca a Laos.
L de G. Sin embargo, el poder de subversión y captación del comunismo entre los pueblos parece seguir siendo grande fuera de Europa.
Franco. Cierto. El comunismo es más peligroso cuando no se le conoce. Europa vive muy cerca de Hungría, de Rumania, de Polonia, Bulgaria, Alemania oriental y los Estados bálticos para conocer lo que es el comunismo por dentro. El plebiscito diario del éxodo de Berlín oriental al occidental, que tanto enerva a los soviets, es la mayor demostración de la repulsa que en todo ser civilizado el comunismo provoca.
La gran capacidad de propaganda y la actividad de sus agentes para explotar el descontento y las disensiones en el interior de los pueblos encubre las realidades del comunismo. Así, mientras fuera de su nación provoca huelgas y paros que aniquilan la economía de los otros países, en Rusia mantiene una disciplina de hierro y el “stajanovismo” más rígido entre sus obreros; mientras fomenta un espíritu de libertad y de independencia contra las naciones protectoras en los pueblos primitivos y atrasados, mantiene bajo su dictadura terrorista policíaca doce países civilizados europeos, cuya independencia les arrebató; levanta en Europa la bandera de su paz y alimenta la guerra en Asia, en África y en otros diversos lugares del mundo.
«El comunismo es una acción política, y sólo puede lucharse contra él con eficacia a través de otra acción política».
L de G. ¿Qué medios cree Vuestra Excelencia más eficaces para luchar contra el comunismo?
Franco. El comunismo es una acción política y sólo puede lucharse contra él con eficacia a través de otra acción política. Si su fuerza está en lo político es necesario destruir esos mitos que su política encierra y que engañan y arrastran a las gentes. Es preciso dar a conocer sus verdaderas realidades. Y si es con la bandera de lo social con lo que el comunismo arrastra a las masas, hay que oponerle otra bandera más eficaz y trascendente que la supere. Si el comunismo ofrece el logro de lo social con la muerte de lo espiritual y de la libertad, hemos de oponerle una justicia social bajo el imperio de lo espiritual y de las libertades compatibles con la autoridad, el orden y la justicia.
El pretender estancar la política en un criterio siglo XIX es condenarse evidentemente al fracaso.
L de G. ¿No cree Su Excelencia percibir una orientación de los principales países en este sentido?
Franco. Algo hay, pero vergonzante y a regañadientes, queriendo mantener viejos tinglados en muchos aspectos ruinosos y los residuos de un capitalismo en bancarrota.
«En el servicio a la unidad de Europa occidental España viene poniendo los mayores esfuerzos. La unión de Europa puede ser el factor más decisivo para la paz».
L de G. Mi general: ha sido Vuestra Excelencia el primero que ha planteado ante Europa hace quince años la necesidad de la unión de las naciones de Europa frente a los nuevos peligros que la amenazaban. ¿Está satisfecho del avance realizado en este sentido?
Franco. Algo es algo, aunque relativamente poco lo logrado. En general las naciones pretenden la unión sin sacrificios, esperando cada una sacar más ventajas de la unión y sin tener en cuenta el interés de los otros. Muchas veces los intereses de partido vienen predominando sobre los intereses de la patria, que se sacrifican a aquellos egoísmos. El camino es evidentemente largo y penoso y necesita de tiempo para consolidarse. En el servicio a esta unidad de la Europa occidental, España viene poniendo los mayores esfuerzos. La entrada de nuestra nación en los organismos internacionales, recientemente alcanzada, es una prueba de nuestra buena voluntad en la materia. La unión de Europa puede ser el factor más decisivo para la paz.
L de G. Y volviendo los ojos a España, hemos leído las cifras que Vuestra Excelencia ha dado de los aumentos alcanzados por la producción española en la industria y en la agricultura. ¿No cree Su Excelencia que sería conveniente que sean concretados y divulgados, ya que nada puede demostrar más nuestro progreso?
Franco. Me parece muy bien y se darán a la Prensa, aun salvando la aridez de estas materias. La cifra de los 1.500 millones de dólares de aumento de producción se refiere al aumento líquido, una vez deducido lo que representan materias primas importadas, patentes y otros productos básicos ya existentes. Se trata, por tanto, de aumento real en la economía y de ahorro de divisas. La cifra aumentaría considerablemente si se contasen las pequeñas industrias de manufacturas y la de inmuebles. Y por cuanto a la pesca se refiere, el haber duplicado las capturas y haber alcanzado el millón de toneladas representa, a precios en lonja muy moderados, más de tres mil millones de pesetas, parte integrante de las cuales se dedican a la exportación.
Y como España sigue su marcha progresiva, todos los años se incorporarán al acervo nacional nuevas e importantes producciones.
«La estabilidad la perseguimos desde hace veinte años, y precisamente para ello se ha planeado el aumentar la producción del país haciéndola posible sin que disminuya el ritmo de nuestro progreso».
L de G. Sin duda conocerá Vuestra Excelencia que ha habido quienes, por las restricciones inherentes al plan de estabilización, se preocupan pensando que disminuyese el ritmo de este progreso. ¿Puede suceder algo de esto?
Franco. Se comprende que los que desconocen estos problemas pudieran, antes de ser explicados, abrigar temores, pero no al conocer las realidades del plan. La estabilización la estamos persiguiendo desde hace veinte años, y precisamente para ello se ha planeado el aumentar la producción del país para hacerla posible sin que disminuyese el ritmo de nuestro progreso. Era a toda costa necesario el crear las condiciones para poder nivelar nuestra balanza de pagos con los menores sacrificios del pueblo español. Y alcanzadas las producciones actuales, la estabilización se hizo posible.
Las medidas para la estabilización no rebajan el ritmo de la marcha, sino que lo regulan, evitando que se dispare arrastrándonos a la inflación y estableciendo un orden de urgencia en las inversiones a la par que se combate la especulación.
La liberación que algunos sectores productores temen es consecuencia de nuestra presencia en Europa y en el mundo. Y aunque, en general, los productos liberados no tienen competencia interior y están sujetos a arancel aquellos otros que compiten con nuestras producciones y pudieran venir primados, existe un segundo arancel para defenderse del “dumping”.
Los españoles tienen que considerar que vivimos en Europa, que con el mundo intercambiamos nuestros productos y tenemos que colocarnos al nivel de los mercados preparándonos para el futuro.
Tenemos la suerte de que por las características de nuestra estructura económica y nuestro reducido mercado exterior las crisis generales nos afectan menos.
L de G. Otra pregunta, mi general, si me lo permite: ¿Irá Su Excelencia pronto por Barcelona? Franco. Eso espero si en la primavera las ocupaciones me lo permiten, pues en esa época son los días más largos y agradables. De todas maneras, hágales presente a los catalanes mi recuerdo y mi afecto.
Con fecha 1 de octubre de 1959, y con ocasión del ‘Día del Caudillo’, el rotativo barcelonés “La Vanguardia Española” publicó unas importantes manifestaciones de Su Excelencia el Jefe del Estado al entonces director del diario Luis de Galinsoga.
En esta fecha se cumplía el XXIII aniversario de la exaltación del Generalísimo Franco a la Jefatura del Estado.
«Las primicias en la técnica de los cohetes en su versión moderna son, sin discusión, obra de los científicos alemanes».
L de G. Mi general: en este aniversario de su elevación a la Jefatura del Estado y dados los sucesos importantes que han tenido lugar en estos días de colocación del “Lunik” en la Luna y de la visita de Kruschev a América, ¿quisiera darme su opinión autorizada sobre estos dos acontecimientos?
Franco. No se puede negar que los dos hechos persiguen un mismo fin propagandístico que puede engañar e influenciar a los espíritus menos avisados.
La llegada a la Luna del cohete ruso encierra evidentemente un alto valor científico, aunque en su mérito hay que discriminar lo que es realmente ruso de lo que no lo es y lo que en ello puede apuntarse el comunismo o suceder a pesar del comunismo.
Las primicias de la técnica de los cohetes es su versión moderna son, sin discusión, obra de los científicos alemanes. Sobre la experiencia de las “V” alemanas se levanta todo el progreso posterior.
En el saqueo que Rusia hizo de los países invadidos ocupó el primer puesto la captura de los científicos alemanes y de sus laboratorios, que fueron trasladados a Rusia, y que, según las estadísticas recientemente publicadas, más de la mitad de los apresados continúan trabajando en territorio ruso. El que con tales elementos técnicos y profesores haya podido lograrse el éxito del “Sputnik II”, si bien dice mucho a favor del aprovechamiento por Rusia, no permite, sin embargo, el otorgarle la gloria.
Los descubrimientos y conquistas científicos son hijos del ingenio y de la inteligencia humanos, cuyo mérito está en el Creador que los otorga; contribuye a ello en los tiempos modernos el trabajo en equipo y la organización de la ciencia, y en este aspecto es precisamente el comunismo el que durante más de treinta años ha venido ahogando el florecimiento de sus inteligencias con la persecución sistemática de los intelectuales, negándoles terminantemente la libertad de la inteligencia. Tuvieron que apercibirse en la última guerra los soviets de su gran atraso y ser sorprendidos con los acontecimientos de las “V” alemanas y de las explosiones nucleares de Hiroshima para convencerse de que sus fines imperialistas y de dominio universal peligrarían si no les acompañaba un avance científico. De aquí su apresuramiento en rectificar su obra anterior, apresar científicos, fomentar vocaciones y recuperar el atraso. Es la eficacia de un plan en un país en que todo está subordinado a un objetivo imperialista y de dominio universal.
Sería pueril negar el progreso en poderío que Rusia alcanzó en estos años, pero este avance se obtuvo de diez años a esta parte como consecuencia de los sucesos aludidos y de haberse saqueado media Europa, tras cuarenta años de esfuerzo y de haber pasado su pueblo por esclavitud, por hambres y miserias. Lo que de eficacia se presenta como consecuencia del comunismo no es del comunismo precisamente, sino los resultados naturales del mantenimiento del principio de autoridad, de la disciplina, del orden y de la racionalización.
Sus fracasos en otra clase de campos, como el agrícola, en las pequeñas manufacturas y bienes de consumo, al cabo de casi medio siglo, todavía están a la vista.
«Los dos caracteres más acusados del comunismo son el fanatismo y el imperialismo, y Kruschev se ha manifestado en los Estados Unidos como tal».
L de G. Y sobre la estancia de Kruschev en Norteamérica, ¿qué podría decirme, mi general?
Franco. Conocemos realmente poco las interioridades de la política rusa para poder concretar. Sin embargo, mirando desde el punto de vista de la tensión existente de Rusia con el Occidente, de los peligros que esa tensión encierra y de las gravísimas consecuencias de una guerra, que seguramente tendría como corolario la destrucción de la vida en amplísimos sectores del mundo, toda toma de contacto con el enemigo es siempre conveniente, si se aclaran posiciones y sabemos realizarlo sin menoscabo de nuestro espíritu y fortaleza. Y esto parece que se ha conseguido, pues el pueblo americano ha podido darse cuenta del estado de ánimo del que hoy es el más genuino representante de los soviets. Los dos caracteres más acusados del comunismo son el fanatismo y el imperialismo y Kruschev se manifestó como tal. Como fanático, esgrimió ante Occidente aquello de que puede alardear: “sputniks”, cohetes dirigidos, submarinos y bombas de hidrógeno. Hermosos argumentos imperialistas para defender una paz rusa.
L de G. Entonces ¿Cree Vuestra Excelencia que en los soviets no ha variado nada?
Franco. No. El que los fines de Rusia no hayan variado no quiere decir que no se observen cambios en su situación interna. La muerte de Stalin y la eliminación de Beria y Malenkov son hechos de gran trascendencia y que por sí mismos constituyen un suceso harto importante en la vida política de Rusia. El nombramiento de Kruschev y sus acusaciones públicas e inmediatas contra Stalin y el culto de la personalidad, lo destacan como principal protagonista del mando colectivo.
Ante el peligro de un segundo Stalin se unieron en Rusia las jerarquías del Ejército y del Partido para intentar destruir para el futuro la dictadura terrorista policíaca en que bajo el mando de Stalin había discurrido la política comunista. Kruschev no tiene ya el poder de Stalin; lo que él personalmente decide tiene ya menor importancia. Lo trascendente es lo que acuerda la Convención del Partido constituida por el Politburó. Kruschev es sólo el ejecutor de una política. Esto explica que cuando obra personalmente tenga muchas veces que rectificarse.
L de G. En su opinión, mi general, ¿es probable una posible evolución de Rusia?
Franco. Todo lo que se estanca y no evoluciona según las necesidades de los tiempos está llamado a sucumbir. El estancamiento en política suele ser fatal. Lo que ocurre en Rusia es que, en un pueblo que lleva cuarenta años esclavizado bajo una tiranía terrorista policíaca y que se mató el espíritu de libertad, la evolución forzosamente tiene que ser lenta si no viene de arriba. Los cambios a que Rusia se vio obligada, la creación de aristocracias, como la de los comisarios, generales, altos burócratas, sabios e investigadores y la destrucción o cuanto menos disminución del terror policíaco y los contactos con Occidente, evidentemente han de influir el futuro de Rusia, aunque, como digo, las características en que Rusia ha vivido hagan la evolución extraordinariamente lenta.
«La paz para el Occidente descansa en la libertad de sus pueblos, y la de Rusia en el aherrojamiento de doce naciones».
L de G. ¿No cree que a Rusia le interesa la paz tanto como al Occidente?
Franco. Evidentemente, pero la paz para el Occidente descansa en la libertad de sus pueblos, y la de Rusia, en el aherrojamiento de doce naciones. A Rusia le interesa la paz entre los poderosos y a Occidente la paz para todas las naciones.
Saben los soviets que la agravación de la tensión con Occidente podría, con un incidente de fronteras, en la mar o en el aire, arrastrarle a una destrucción mutua que acabaría para siempre con Rusia y con el comunismo. Y esto en ninguna forma les interesa. Su verdadero provecho lo encuentra en la guerra fría y utilizando sangre ajena, con el fomento de la subversión y de las diferencias entre las pequeñas naciones, minando con sus agentes la paz interna de los otros países, patrocinando la extensión de un comunismo subordinado para aherrojar cada día más pueblos. Y de esto es de lo que el Occidente se defiende peor.
En esto están las armas principales que el comunismo no abandona.
«La grandeza y el imperialismo chino empiezan a constituir una pesadilla para Rusia. Mientras Kruschev sonríe en los EE.UU., Mao Tse Tung ataca a Laos».
L de G. ¿Y no puede suceder que el retroceso que se observa del comunismo en Europa y las diferencias surgidas con otros países comunistas pueda influir e imprimir carácter a la nueva política de Rusia?
Franco. Desde luego, puede haber cambio de táctica, pero sin perder de vista sus fines. El fanatismo de los dirigentes rusos no les permite renunciar a su quimérico sueño de dominación universal. Hoy el problema más difícil que se presenta es el de la China de Mao Tse Tung. Lo acusa en parte el viaje de Kruschev, inmediatamente a su visita a Washington, para tranquilizarles. Las diferencias ideológicas que empiezan a surgir entre China y Rusia se acusan cada día más claramente. Mao Tse Tung se considera el segundo de Stalin y los ataques a su ídolo no los ha perdonado. El régimen de China es estaliniano y no acepta las modificaciones heterodoxas de Kruschev.
Mao cree que China necesita por muchos años el terror político. La creciente demografía china y su amplia frontera crea para Rusia el problema más grave. La grandeza y el imperialismo del pueblo chino empiezan a constituir una pesadilla. El recelo mutuo es hoy una realidad. Sus políticas aparecen a todas luces desconectadas; mientras Kruschev sonríe en los Estados Unidos, Mao ataca a Laos.
L de G. Sin embargo, el poder de subversión y captación del comunismo entre los pueblos parece seguir siendo grande fuera de Europa.
Franco. Cierto. El comunismo es más peligroso cuando no se le conoce. Europa vive muy cerca de Hungría, de Rumania, de Polonia, Bulgaria, Alemania oriental y los Estados bálticos para conocer lo que es el comunismo por dentro. El plebiscito diario del éxodo de Berlín oriental al occidental, que tanto enerva a los soviets, es la mayor demostración de la repulsa que en todo ser civilizado el comunismo provoca.
La gran capacidad de propaganda y la actividad de sus agentes para explotar el descontento y las disensiones en el interior de los pueblos encubre las realidades del comunismo. Así, mientras fuera de su nación provoca huelgas y paros que aniquilan la economía de los otros países, en Rusia mantiene una disciplina de hierro y el “stajanovismo” más rígido entre sus obreros; mientras fomenta un espíritu de libertad y de independencia contra las naciones protectoras en los pueblos primitivos y atrasados, mantiene bajo su dictadura terrorista policíaca doce países civilizados europeos, cuya independencia les arrebató; levanta en Europa la bandera de su paz y alimenta la guerra en Asia, en África y en otros diversos lugares del mundo.
«El comunismo es una acción política, y sólo puede lucharse contra él con eficacia a través de otra acción política».
L de G. ¿Qué medios cree Vuestra Excelencia más eficaces para luchar contra el comunismo?
Franco. El comunismo es una acción política y sólo puede lucharse contra él con eficacia a través de otra acción política. Si su fuerza está en lo político es necesario destruir esos mitos que su política encierra y que engañan y arrastran a las gentes. Es preciso dar a conocer sus verdaderas realidades. Y si es con la bandera de lo social con lo que el comunismo arrastra a las masas, hay que oponerle otra bandera más eficaz y trascendente que la supere. Si el comunismo ofrece el logro de lo social con la muerte de lo espiritual y de la libertad, hemos de oponerle una justicia social bajo el imperio de lo espiritual y de las libertades compatibles con la autoridad, el orden y la justicia.
El pretender estancar la política en un criterio siglo XIX es condenarse evidentemente al fracaso.
L de G. ¿No cree Su Excelencia percibir una orientación de los principales países en este sentido?
Franco. Algo hay, pero vergonzante y a regañadientes, queriendo mantener viejos tinglados en muchos aspectos ruinosos y los residuos de un capitalismo en bancarrota.
«En el servicio a la unidad de Europa occidental España viene poniendo los mayores esfuerzos. La unión de Europa puede ser el factor más decisivo para la paz».
L de G. Mi general: ha sido Vuestra Excelencia el primero que ha planteado ante Europa hace quince años la necesidad de la unión de las naciones de Europa frente a los nuevos peligros que la amenazaban. ¿Está satisfecho del avance realizado en este sentido?
Franco. Algo es algo, aunque relativamente poco lo logrado. En general las naciones pretenden la unión sin sacrificios, esperando cada una sacar más ventajas de la unión y sin tener en cuenta el interés de los otros. Muchas veces los intereses de partido vienen predominando sobre los intereses de la patria, que se sacrifican a aquellos egoísmos. El camino es evidentemente largo y penoso y necesita de tiempo para consolidarse. En el servicio a esta unidad de la Europa occidental, España viene poniendo los mayores esfuerzos. La entrada de nuestra nación en los organismos internacionales, recientemente alcanzada, es una prueba de nuestra buena voluntad en la materia. La unión de Europa puede ser el factor más decisivo para la paz.
L de G. Y volviendo los ojos a España, hemos leído las cifras que Vuestra Excelencia ha dado de los aumentos alcanzados por la producción española en la industria y en la agricultura. ¿No cree Su Excelencia que sería conveniente que sean concretados y divulgados, ya que nada puede demostrar más nuestro progreso?
Franco. Me parece muy bien y se darán a la Prensa, aun salvando la aridez de estas materias. La cifra de los 1.500 millones de dólares de aumento de producción se refiere al aumento líquido, una vez deducido lo que representan materias primas importadas, patentes y otros productos básicos ya existentes. Se trata, por tanto, de aumento real en la economía y de ahorro de divisas. La cifra aumentaría considerablemente si se contasen las pequeñas industrias de manufacturas y la de inmuebles. Y por cuanto a la pesca se refiere, el haber duplicado las capturas y haber alcanzado el millón de toneladas representa, a precios en lonja muy moderados, más de tres mil millones de pesetas, parte integrante de las cuales se dedican a la exportación.
Y como España sigue su marcha progresiva, todos los años se incorporarán al acervo nacional nuevas e importantes producciones.
«La estabilidad la perseguimos desde hace veinte años, y precisamente para ello se ha planeado el aumentar la producción del país haciéndola posible sin que disminuya el ritmo de nuestro progreso».
L de G. Sin duda conocerá Vuestra Excelencia que ha habido quienes, por las restricciones inherentes al plan de estabilización, se preocupan pensando que disminuyese el ritmo de este progreso. ¿Puede suceder algo de esto?
Franco. Se comprende que los que desconocen estos problemas pudieran, antes de ser explicados, abrigar temores, pero no al conocer las realidades del plan. La estabilización la estamos persiguiendo desde hace veinte años, y precisamente para ello se ha planeado el aumentar la producción del país para hacerla posible sin que disminuyese el ritmo de nuestro progreso. Era a toda costa necesario el crear las condiciones para poder nivelar nuestra balanza de pagos con los menores sacrificios del pueblo español. Y alcanzadas las producciones actuales, la estabilización se hizo posible.
Las medidas para la estabilización no rebajan el ritmo de la marcha, sino que lo regulan, evitando que se dispare arrastrándonos a la inflación y estableciendo un orden de urgencia en las inversiones a la par que se combate la especulación.
La liberación que algunos sectores productores temen es consecuencia de nuestra presencia en Europa y en el mundo. Y aunque, en general, los productos liberados no tienen competencia interior y están sujetos a arancel aquellos otros que compiten con nuestras producciones y pudieran venir primados, existe un segundo arancel para defenderse del “dumping”.
Los españoles tienen que considerar que vivimos en Europa, que con el mundo intercambiamos nuestros productos y tenemos que colocarnos al nivel de los mercados preparándonos para el futuro.
Tenemos la suerte de que por las características de nuestra estructura económica y nuestro reducido mercado exterior las crisis generales nos afectan menos.
L de G. Otra pregunta, mi general, si me lo permite: ¿Irá Su Excelencia pronto por Barcelona? Franco. Eso espero si en la primavera las ocupaciones me lo permiten, pues en esa época son los días más largos y agradables. De todas maneras, hágales presente a los catalanes mi recuerdo y mi afecto.
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