viernes, 3 de mayo de 2013

Motivos para celebrar



Todo proyecto emprendedor será siempre fuente de inspiración de grandes ideas orientadas a la consecución de objetivos y metas preconcebidos. Ideas que a su vez generan numerosas expectativas en torno a los propósitos que se pretenden alcanzar con disciplina y esfuerzos mancomunados.
Mi llegada a esta institución no escapa a lo que parece ser una conducta compartida, entre quienes aceptamos el reto de conducir corporaciones con comprobada vocación de crecimiento sostenido, como la que tengo a bien representar.
La expansión del Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional (ISSPOL) fue un sueño que nunca alcanzó la categoría de inverosímil, porque nació con la invariable intención de materializar los valiosos resultados que nos honra describir en esta revista, que resume todo un período de éxitos y satisfacción inenarrable.
Que actualmente un policía y su familia tengan acceso a un servicio médico de calidad con criterios estrictamente humanos; a facilidades de créditos especiales; a becas para que sus hijos se inserten en el maravilloso mundo del conocimiento, y a un seguro de vida digno, concede una gratificación ante el deber cumplido que solo puede condensarse en tres maravillosas palabras: una gran bendición.
En estos doce años, el ISSPOL ha invertido 3 mil 475 millones 470.64 pesos en los diferentes programas de desarrollo institucional creados en este tiempo. Es una suma suficientemente elocuente para describir, casi de manera exacta, los avances que exhibe la entidad que promueve, defiende y valora los años de trabajo y sacrificio de los miembros de la Policía Nacional.
Gracias al excelentísimo señor presidente de la República, licenciado Danilo Medina Sánchez, y al señor jefe de la Policía Nacional,  mayor general José Armando Edilio Polanco Gómez, por permitirnos poner nuestro talento gerencial al servicio de nuestra institución.
Con un suspiro de alivio, hoy podemos mirar hacia atrás y darnos cuenta que realmente ha valido la pena trillar el camino para adecentar la vida de nuestra familia policial. Ahora, nos resta aunar energías y voluntades para hacer frente al futuro luminoso que estamos seguros le depara al ISSPOL. Por supuesto, con la ayuda y el impulso poderoso de Dios.

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