Todo proyecto emprendedor será
siempre fuente de inspiración de grandes ideas orientadas a la consecución de
objetivos y metas preconcebidos. Ideas que a su vez generan numerosas
expectativas en torno a los propósitos que se pretenden alcanzar con disciplina
y esfuerzos mancomunados.
Mi llegada a esta institución
no escapa a lo que parece ser una conducta compartida, entre quienes aceptamos
el reto de conducir corporaciones con comprobada vocación de crecimiento
sostenido, como la que tengo a bien representar.
La expansión del Instituto de
Seguridad Social de la Policía Nacional (ISSPOL) fue un sueño que nunca alcanzó
la categoría de inverosímil, porque nació con la invariable intención de
materializar los valiosos resultados que nos honra describir en esta revista,
que resume todo un período de éxitos y satisfacción inenarrable.
Que actualmente un policía y
su familia tengan acceso a un servicio médico de calidad con criterios
estrictamente humanos; a facilidades de créditos especiales; a becas para que
sus hijos se inserten en el maravilloso mundo del conocimiento, y a un seguro
de vida digno, concede una gratificación ante el deber cumplido que solo puede
condensarse en tres maravillosas palabras: una gran bendición.
En estos doce años, el ISSPOL
ha invertido 3 mil 475 millones 470.64 pesos en los diferentes programas de desarrollo
institucional creados en este tiempo. Es una suma suficientemente elocuente
para describir, casi de manera exacta, los avances que exhibe la entidad que
promueve, defiende y valora los años de trabajo y sacrificio de los miembros de
la Policía Nacional.
Gracias al
excelentísimo señor presidente de la República, licenciado Danilo Medina
Sánchez, y al señor jefe de la Policía Nacional, mayor general José
Armando Edilio Polanco Gómez, por permitirnos poner nuestro talento gerencial
al servicio de nuestra institución.
Con un suspiro de alivio, hoy
podemos mirar hacia atrás y darnos cuenta que realmente ha valido la pena
trillar el camino para adecentar la vida de nuestra familia policial. Ahora,
nos resta aunar energías y voluntades para hacer frente al futuro luminoso que
estamos seguros le depara al ISSPOL. Por supuesto, con la ayuda y el impulso
poderoso de Dios.
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