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La Policía Nacional también les ha tocado llorar a sus muertos, victimas de eventos delincuenciales. En septiembre, día 12, del pasado año, en la madrugada, la institución del orden y la sociedad dominicana recibe la azarosa noticia de que tres policías habían caídos asesinados en el cumplimiento del deber, mientras se encontraban de patrullas. Asesinar a tres policías y más aun cuando los mismos están desempeñando su sagrada misión, la de velar y proteger la seguridad ciudadana, les desgarra parte del corazón a hombres y mujeres honestos y laboriosos de cualesquiera nación subdesarrollada. Ese día fue un duro golpe para la sociedad y un estremecedor acaecimiento para los hombres y mujeres del uniforme gris y otro gran reto para las autoridades en materia de investigación criminal. Los agentes caídos, oficial Mártires Pérez Díaz, alistados José Arturo Ogando Ramírez y Roberto Otaño Medina, tenían en común que eran originarios de la provincia de San Juan de la Maguana y sumado a ello, amaban su profesión de policía, porque es la única faena que se parece al “amor de Dios”. La noche de la tragedia, ellos, los agentes, fueron avisados por el operador de la central de radio de que desconocidos elementos, en un intento de violentar las ventanas de la compañía Metálica Caribe en el sector Los Girasoles e impedido por el vigilante privado Jaime Leandro Aquino de Jesús, a quien le originaron heridas en brazo, costado, muslo derecho y fractura en fémur derecho, y cuando se dirigían, los occisos y el único sobreviviente sargento mayor Alejandro Alcántara Mateo en motocicletas, hicieron contacto con los individuos frente a la Estación número ocho del Cuerpo de Bomberos de la avenida Monumental, quienes inmediatamente les dispararon a las patrullas motorizadas del departamento zonal oeste, los cuales no les dio tiempo para repeler con sus armas de reglamento la embestida de la delincuencia. Todas las maquinarias investigativas de la institución se activaron para la identificación de los responsables de la agresión a la Policía Nacional y a la propia sociedad dominicana. Las primeras informaciones recogidas en la escena apuntaron que los asesinos del orden estaba integrados por siete hombres. La sociedad dominicana siempre ha confiado en la tenacidad, atributo “sinecuanum” de la Policía en materia de investigaciones criminales y en tiempo record, ya los investigadores habían identificados a los responsables como Janeiro Luís Moncion Núñez, Jibaldo jaquez Montero alias el Grande, Wilson Radhames Florentino y Carlos Manuel de la Rosa alias Moreno, José Manauris Moya Cruz, José Ramón Payano Concepción o Elvis Manuel Cruz Duran, Franklin de la Cruz Martínez alias Momolo. Las autoridades conformaron varios equipos de capturas, logrando arrestar Janeiro Luís Moncion Núñez, Jibaldo Jaquez Montero alias el Grande, Carlos Manuel de la Rosa alias Moreno y Wilson Radhames Florentino y los demás integrantes José Ramón Payano Concepción o Elvis Manuel Cruz Duran, Franklin de la Cruz Martínez alias Momolo y Manaure Moya Cruz quienes se resistían al arresto enfrentaron a las autoridades y en acción legal resultaron con heridas que posteriormente les originaron la muerte.
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