sábado, 22 de enero de 2011

50 años de la toma de posesión



A las doces en punto, con una temperatura de siete grados bajo cero, un 20 de enero de 1961, el mundo escucha al joven presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el trigésimo quinto.
Al cumplirse el Quincuagésimo aniversario del trascendental acontecimiento, tal vez usted no se acuerda de este significativo día, por dos razones, porque tiene menos de 50 años o porque el tiempo ha permitido que no le resuene el – 20 de enero -, por ello deseamos transcribir parte del discurso del joven presidente John Fitzgerald Kennedy.
En la ceremonia de toma de posesión, luego de repetir las frases del presidente del Tribunal Supremo, John Fitzgerald Kennedy concluye con la solemne frase “Si así lo hago, que Dios me Ayude. Si no, me lo demande”.
Luego, el joven Presidente se dirige al mundo “Sepan todos a partir de este punto y hora, amigos y enemigos, que se ha entregado la antorcha a una nueva generación de norteamericanos, nacidos en este siglo, endurecidos por la guerra…, orgullosos de nuestras tradiciones….”
“Sepan todas las naciones, las que nos quieren bien como aquellas que nos desean males, que estamos dispuestos a pagar cualquier precio, soportar toda dificultad, resistir cualquier carga, apoyar a cualquier amigo o enfrentarnos a todo enemigo, a fin de asegurar la supervivencia y el triunfo de la libertad”.
“Finalmente, a esas naciones que se constituyen por propia voluntad en adversarios, a ellas no ofrecemos sino una petición: que ambos bandos puedan empezar de nuevo la búsqueda de la paz, antes de que las oscuras fuerzas de la destrucción, desencadenadas por la ciencia, hagan desaparecer a toda la humanidad en una autodestrucción planeada o accidental….exploremos ambos bandos cuales son los temas que nos unen, en vez de obsesionarnos por los problemas que nos dividen. Formulemos los de aquí y los de allá, por vez primera, propuestas serias y precisas para la inspección y control de armamentos, y coloquemos ese poder absoluto para destruir a los demás bajo el control total de todas las naciones. Invoquemos ambos lados las maravillas de la ciencia en lugar de sus horrores. Lancémonos juntos a explorar las estrellas, a conquistar los desiertos, a destruir las enfermedades, a aprovechar las profundidades marinas, a alentar las artes y el comercio…”
“En la larga historia del mundo, algunas generaciones recibieron la misión de defender la libertad en momentos en que se hallaba en franco peligro. No me sustraigo a esa responsabilidad. La acojo con alegría”.
“Y así, compatriotas míos, no preguntéis lo que vuestro país puede hacer por vosotros; decid más bien lo que vosotros podéis hacer por la patria. Colegas míos, ciudadanos del mundo, no preguntéis que puede hacer América por vosotros, sino qué podemos hacer juntos por la libertad del hombre…”
**Tomado del libro John Fitzgerald Kennedy, grandes biografías.

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